Cuando el ingenio está marcado por una obsesión por la perfección y el deseo de ser el mejor, y a ellos se le une un enorme talento, tenemos a un genio.
Steve Jobs llevo a Apple de ser una pequeña empresa que empezó en un garaje, en 1976, a convertirse en la marca más valiosa del mundo, superando a Coca-Cola, a finales de 2013.
Steve Jobs se obsesiono con la usabilidad y la estética de la tecnología y rechazo Walker cosa que no cumpliera el 100% de lo que, a sus ojos, era la perfección.
“Si se libera con la determinación de lograr la perfección y rechazar todo lo que no sea dar en el blanco, obtendrás el 100%. El estilo de liderazgo de Steve Jobs no buscaba el consenso, ni era especialmente bondadoso ni paciente, pero eso no importaba porque, casi siempre, tenía razón”. Jim Prior, CEO de la consultora de diseño The Partners.
Steve Jobs construyó una base de clientes muy leales y desarrollo productos que justificaban esta devoción. Ya había smartphones antes del iPhone, pero el de Apple era el mejor. Lo mismo ocurrió con los lectores de mp3, y con las tabletas, y en estos también lo consiguió.
Un anuncio de Apple de 1997 titulado “Piensa diferente” decía lo siguiente:
“Las personas que están lo suficientemente locas como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo cambian”.
A continuación, figura un resumen del libro “Steve Jobs Lecciones de Liderazgo”, escrito por Walter Isaacson.
Steve Jobs ayudó a transformar 7 industrias: La de los ordenadores personales, las películas de animación, la música, la telefonía, las tabletas informáticas, las tiendas y la edición digital. Por todo esto ocupa un lugar en el panteón de los grandes innovadores estadounidenses, junto con Tomás Edison, Henry Ford y Walt Disney. La historia recordará como aplicaron la imaginación a la tecnología y a los negocios.
Su mal genio y su impaciencia eran una parte esencial de su perfeccionismo. Steve Jobs se defendía de la siguiente manera con respecto a este a estas acusaciones hacia su carácter:
“Mira los resultados. Toda esta gente con la que trabajo son personas inteligentes, y cualquiera de ellos podría conseguir un trabajo estupendo en otra empresa si de verdad sintieran que los trató de forma y sensible. Pero no se van. Y conseguimos crear cosas asombrosas”.
Jobs y Apple encadenaron muchos más éxitos que cualquier otra empresa de innovación contemporánea el iMac, el iPod, el iPod nano, la tienda iTunes, las tiendas Apple, MacBook, el iPhone, iPad, la App Store y el OS X Lion, por no mencionar todas las películas de Pixar, sobre todo, Toy Story.
Mientras luchaba contra su enfermedad, Jobs estuvo rodeado por un grupo de leales compañeros a los que había servido de inspiración durante años, por su esposa, que lo amaba con locura, su hermana y sus cuatro hijos.
CONCENTRACIÓN Y FOCO “Decidir lo que no hay que hacer es tan importante como decidir lo que hay que hacer. Esto sirve para las empresas, y también para los productos”.
La concentración estaba profundamente arraigada en la personalidad de Jobs, y la había perfeccionado gracias a su formación zen. Filtraba sin cesar todo lo que creía que podría distraerlo.
SENCILLEZ
La sencillez es la máxima sofisticación. Su amor por la sencillez se refinó durante los seminarios de diseño a los que asistió en el Instituto Aspen a finales de la década de los 70. Lograr una simplicidad tan profunda daría lugar a una máquina que se adaptará al usuario de forma intuitiva en vez de su ponerle un desafío. Hace falta mucho trabajo para que algo resulte sencillo, para comprender de verdad los desafíos latentes y obtener soluciones elegantes. “La sencillez requiere llegar a lo más profundo”. Jony Ive, diseñador industrial de Apple.
Mientras se diseñaba la interfaz del iPod Jobs insistía en que debía ser capaz de acceder a cualquier opción que quisiera con solo 3 clics.
Cuando buscaba empresas o sectores vulnerables a su entrada, siempre preguntaba quien estaba haciendo productos más complicados de lo necesario. En el año 2001, encajaban en esa descripción los reproductores de música portátiles y la forma en que se adquirían las canciones a través de internet, lo que le llevó a concebir el iPod y la tienda iTunes. Los teléfonos móviles fueron los siguientes. Jobs solía coger los móviles de los demás en medio de una reunión y vociferaba (con razón) que nadie podía ser capaz de averiguar cómo se utilizaban ni la mitad de las funciones, incluida la agenda.
RESPONSABILIDAD EN TODO EL PROCESO
Jobs tenía una personalidad muy controladora. Sin embargo, también obedecía a su pasión por la perfección y por crear productos elegantes. Le entraba urticaria, o algo peor, cuando veía como se utilizaba el fantástico software de Apple en un hardware incluso de otra empresa, y era igualmente alérgico a la idea de que aplicaciones o contenidos que no hubieran sido aprobados previamente pudieran contaminar la perfección de un dispositivo de Apple. A veces es agradable estar en manos de un obseso del control.
Es decir, Steve Jobs era totalmente contrario a por ejemplo la filosofía de Bill Gates que en su momento llegó a un acuerdo con IBM para que utilizaran su software en sus ordenadores. Steve Jobs quería mantener el control de todo y en todo momento.
AVANZAR HACIA DELANTE SIEMPRE SIN CAER EN EL ORGULLO Y LA COMPLACIENCIA
El distintivo de una empresa innovadora no es sólo ser la primera en tener nuevas ideas, también es saber cómo dar un salto al frente cuando se encuentra rezagada. Eso es lo que ocurrió cuando Jobs diseñó el primer iMac. Se centró en lograr que fuera útil para manejar las fotografías y los vídeos del usuario, pero se quedó atrás a la hora de gestionar la música. Los usuarios de PC estaban descargando e intercambiando música para luego grabar sus propios discos en CD. La unidad de disco del iMac no podía grabar. “Me sentí como un estúpido -reconoció Jobs-. Pensaba que habíamos perdido una oportunidad”.
Pero en lugar de limitarse a alcanzar a los demás actualizando la unidad de disco de iMac, decidió crear un sistema integrado que transformarse toda la industria musical. El resultado fue la combinación de iTunes, la tienda iTunes y el iPod, que permitía a los usuarios comprar, compartir, gestionar, almacenar y escuchar su música mejor de lo que habrían podido hacerlo con otros dispositivos. Tras el gran éxito del iPod, Jobs pasó poco tiempo deleitándose. En vez de eso, empezó a preocuparse por las amenazas que pudieran ponerlos en peligro. Una posibilidad era que los fabricantes de teléfonos móviles añadieran reproductores de música en sus aparatos. Por lo que decidió canibalizar las ventas del iPod mediante la creación del iPhone. “Si no nos devoramos a nosotros mismos, lo hará otro”, afirmó.
PIENSA EN LOS PRODUCTOS ANTES QUE LOS BENEFICIOS.
Cuando Jobs diseñó el primer Macintosh junto con su pequeño equipo a principios de la década de los 80 nunca hablo de cómo maximizar sus beneficios o del equilibrio entre costes y ganancias. Su determinación era lograr algo absolutamente genial. Steve Jobs al jefe del equipo que no se preocupan por el precio y que se limitarán a especificar las capacidades del ordenador. En su primer retiro con el equipo del Macintosh, lo primero que hizo fue escribir una frase en la pizarra:
“No os conforméis” La máquina resultante era demasiado cara y acabo costándole a Jobs la institución de Apple. En el Macintosh también logró dejar una marca en el universo, como él solía decir, al acelerar la revolución informática. Y a la larga consiguió alcanzar un equilibrio. “Céntrate en crear un gran producto y los beneficios llegarán”. John Sculley, que dirigió Apple entre 1983 y 1993, era un ejecutivo de publicidad y ventas de Pepsi. Tras la partida de Jobs, se centró más en cómo maximizar los beneficios que en el diseño del producto, y Apple fue decayendo poco a poco.
“Yo tengo mi propia teoría sobre porque las empresas se vienen abajo. Crean algunos productos fantásticos, pero entonces la gente de los departamentos de ventas y publicidad se adueña de la compañía porque son ellos los que pueden aumentar los beneficios. Cuando los chicos de ventas dirigen la compañía, los de operaciones dejan de tener tanta importancia, y muchos de ellos desconectan. Es lo que le pasó a Apple cuando entro es Sculley, algo que fue culpa mía, y también ocurrió cuando Ballmer se puso al frente de Microsoft”.
Cuando Jobs regresó, hizo que Apple se centrará de nuevo en la creación de productos innovadores: el iMac, el PowerBook y, después, el iPod, el iPhone y el iPad. Según explicó el mismo:
“Mi pasión siempre fue construir una empresa duradera en la que la gente se sintiera motivada para crear grandes productos. Todo lo demás será secundario. Por supuesto, era fantástico obtener beneficios, porque eso es lo que te permite crear grandes productos. Pero la motivación eran los productos, no los beneficios. Sculley alteró esas prioridades y convirtió el dinero en la meta. Es una diferencia sutil, pero acaba por afectar a todos los campos. La gente a la que contratas, quién asciende y qué se discuten las reuniones”.
Cuando Jobs se llevó de retiro al equipo del primer Macintosh, uno de los miembros pregunto si debían realizar algún estudio de mercado para averiguar que querían los clientes.
Steve Jobs respondió lo siguiente: “No, porque la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas”. Entonces recordó la cita de Henry Ford: “Si hubiera preguntado a los clientes qué querían, me habrían contestado: ¡un caballo más rápido!”.
Preocuparse por lo que los clientes quieren es muy diferente de preguntarles constantemente qué es lo que desean, es algo que requiere intuición e instinto acerca de unos deseos que todavía no han cobrado forma. “Nuestra tarea es leer cosas que todavía no están en la página” explicaba Steve Jobs.
En lugar de basarse en los estudios de mercado, afilada su particular versión de la empatía. Una inducción íntima acerca de los deseos de sus clientes. Empezó a valorar la intuición (una serie de sensaciones basadas en la sabiduría acumulada a través de la experiencia), mientras estudiaba budismo en la India tras dejar los estudios en la universidad.
Jobs consideraba que la intuición es algo muy poderoso, incluso más que el intelecto según su propia opinión. En ocasiones esto quería decir que yo utilizaba grupos de discusión integrados por una única persona: el mismo.
Creaba los productos que él y sus amigos querrían. Por ejemplo, en el año 2000 había muchos reproductores portátiles de música en el mercado, pero Jobs pensaba que todos eran un asco, y como fanático de la música que era, quería un dispositivo sencillo que le permitiera llevar 1000 canciones en el bolsillo.
“Creamos el iPod para nosotros mismos y cuando estás fabricando algo para ti mismo, o para tu mejor amigo o tu familia, no te conformas con cualquier chapuza”.
NO HAY LÍMITES. SOLO POSIBILIDADES.
La famosa y en ocasiones infame capacidad de Jobs para forzar a los demás a lograr lo imposible fue bautizada por sus compañeros como su campo de distorsión de la realidad. Uno de los primeros ejemplos fue cuando yo, mientras trabajaba en el turno de noche en Atari, presionó a Steve Wozniak para que crearse un videojuego llamado Breakout. Wozniak le advirtió de qué iba a necesitar meses, pero George se quedó mirándolo fijamente e insistió en que podía hacerlo en 4 días. Wozniak sabía que aquello era imposible, pero acabo consiguiéndolo.
Los que trabajan con el reconocían que aquel rasgo, por esa exasperante que pudiera ser, les permitía alcanzar metas extraordinarias. Como yo pensaba que las reglas habituales de la vida no iban con él, logró inspirar a su equipo para cambiar el curso de la historia de la informática con sólo una fracción de los recursos con que contaban empresas como Xerox o IBM.
Debi Coleman, miembro del equipo original del Mac dijo: " Lograbas hacer lo imposible porque no te dabas cuenta de que era imposible".
Un día, Jobs entró en el cubículo de Larry Kenyon, el ingeniero que trabajaba en el sistema operativo de Macintosh, y se quejó de que aquello tardaba demasiado en arrancar. Kenyon comenzó a explicarle porque era imposible reducir el tiempo de espera, pero Jobs le cortó en seco. “Si con ello pudiera salvarle la vida a una persona, ¿encontrarías la forma de reducir 10 segundos el tiempo de arranque?”. Kenyon reconoció que posiblemente podría. Jobs se dirigió a una pizarra y le mostró que, si había cinco millones de personas utilizando el Mac cada día, y tardaban 10 segundos de más encender el ordenador, aquello sumaba unos 300 millones de horas anuales que la gente podría ahorrarse, lo que equivalía a salvar 100 vidas cada año. Unas semanas más tarde, Kenyon había conseguido que la máquina arrancara 28 segundos más rápido.
COMUNICACIÓN Y DISEÑO
Mike Markkula, el primer mentor de George le enseño la importancia de la empatía, la concentración y la de saber transmitir o comunicar. Sabía que la gente se forma una opinión sobre una empresa o un producto basándose en cómo está presentado y empaquetado. Steve Jobs reconoció que Mike le enseñó que la gente si juzgar un libro por la cubierta. Cuando estaba preparándose para lanzar el Macintosh, en 1984, Jobs se obsesionó con los colores y el diseño de la caja. También dedicó mucho tiempo a diseñar y rediseñar las cajas, parecidas a joyeros, en las que reposan en el iPod y el iPhone, y patento sus diseños. Tanto él como Jony Ive creían que desempaquetar un producto es un ritual que relata una historia, como en el teatro, y que anticipa sus virtudes.
“Queremos que, cuando abras la caja de un iPhone o un iPad, la experiencia táctil condiciones cómo vas a percibir el dispositivo”.
En ocasiones, Jobs utilizaba el diseño de una máquina para “transmitir” una señal más que para que fuera meramente funcional. Por ejemplo, cuando tras su regreso a Apple estaba creando el nuevo iMac, un dispositivo de aspecto juguetón, Ive le mostró un diseño con un asa pequeña situada en la parte superior. Era un elemento más semiótico que pragmático. Se trataba de un ordenador de sobremesa, así que poca gente se dedicaría llevarlo de aquí para allá. Pero Jobs e Ive se dieron cuenta de que eran muchos los que todavía se sentían intimidados por los ordenadores. Si tuviera un asa, la nueva máquina tendría un aspecto simpático, diferente, como si estuviera el servicio del usuario. El asa te daba permiso para tocar el iMac. El equipo de montaje se opuso a causa de los costes añadidos, pero Jobs limitó a decir:
“Vamos a hacerlo”.
Ni siquiera intentó dar una explicación.
PERFECCIONISMO
Durante el desarrollo de casi todos los productos que llego a crear, había un momento en el que Jobs pulsa va el botón de pausa y regresaba a la mesa de diseño porque sentía que el resultado todavía no era perfecto. Esto ocurrió incluso con la película Toy Story.
Cuando estaba a punto de lanzar las tiendas Apple, George y su gurú en aquel proyecto, Ron Johnson, decidieron que había que retrasarlo todos unos meses para que la disposición de las tiendas pudiera restructurarse en torno a las actividades y no solamente en torno a las categorías de los productos.
Lo mismo ocurrió con el iPhone. En el diseño inicial, la pantalla de cristal estaba insertada en un soporte de aluminio. Un lunes por la mañana, yo fue a ver Ive.
“No he podido dormir en toda la noche. Me he dado cuenta de que no me gusta”. Ive, para su propio desconsuelo, se dio cuenta al instante de que Jobs tenía razón.
“Recuerdo que me sentía absolutamente avergonzado ante el hecho de que fuera él quien lo señalara” confesó Ive. El problema era que el iPhone debía estar completamente centrado en la pantalla, pero en el diseño de entonces el soporte competía con ella en lugar de quedar relegado a un lugar secundario.
“Chicos, sé que os habéis estado matando con este diseño durante los últimos 9 meses, pero vamos a modificarlo “, anunció Jobs al equipo de Ive. “Todos vamos a tener que trabajar por las noches y durante los fines de semana, y, si queréis, podemos repartir algunas pistolas para que podáis matarnos”. En lugar de oponerse, el equipo estuvo de acuerdo. “Aquel fue uno de los momentos en que más orgulloso me sentí en Apple” recordaba Jobs.
Algo similar ocurrió cuando Jobs e Ive estaban ultimando el iPad. Hubo un momento en que Jobs vio el modelo y se sintió insatisfecho. No le parecía lo bastante informal y agradable como para querer cogerlo sin más y llevárselo. “Quiero que sea tan hermoso como sea posible, aunque no vaya a verlo nadie”.
El perfeccionismo de Jobs afectaba incluso a las partes que no se veían. Cuando era pequeño, había ayudado a su padre a construir una valla alrededor del patio trasero, y este le dijo que debía poner el mismo cuidado en la parte trasera en la frontal.
“Pero si nadie se va a enterar” afirmó Steve.
Su padre le respondió. "Pero tú sí que lo sabrás".
Un verdadero artesano utiliza una buena pieza de madera incluso para la parte posterior de un armario que va a ir contra la pared, explicó su padre, y ellos debían hacer lo mismo con la parte trasera de la valla. El sello del artista era precisamente esa pasión por la perfección. Cuando supervisaba el Apple II y el Macintosh, Jobs aplicó esta lección al circuito impreso del interior de la máquina. En ambos casos hizo que los ingenieros recolocaran los chips para alinearlos y lograr así que la placa tuviera un buen aspecto. “Nadie va a haber la placa del ordenador”, protestó uno de ellos.
Jobs reaccionó como lo hiciera su padre.
“Quiero que sea tan hermoso como sea posible, aunque no vaya a verlo nadie. Un gran carpintero no usaría madera mala para construir la parte trasera de un armario, aunque no la vea nadie”.
Les dijo que eran artistas y que debían comportarse como tales. Y en cuanto rediseñaron la placa, Jobs hizo que los ingenieros y otros miembros del equipo del Macintosh firmaran con su nombre para que quedase grabado en el interior de la cubierta. “Los verdaderos artistas firman su obra”, sentenció.
RODEÁTE DE LOS MEJORES. BUSCA EL TALENTO.
Jobs era célebre por su impaciencia, su mal genio, y lo exigente que era con los que le rodeaban. Sin embargo, su trato con los demás, aunque no fuera encomiable, era fruto de su pasión por la perfección y de su deseo de trabajar únicamente con los mejores. Era su forma de evitarlo que él denominaba la proliferación de estúpidos que se produce cuando los encargados de una empresa son tan educados que la gente mediocre se siente cómoda sin hacer nada.
“No creo que sea desconsiderado con los demás, pero si algo es un asco, se lo digo a la gente a la cara. Mi trabajo consiste en ser sincero”.
Cuando le pregunté si podría haber obtenido los mismos resultados con una actitud más afable, respondió que tal vez sí.
“Pero yo no soy así quizá haya una alternativa mejor, como un club de caballeros ingleses en el que todos llevemos corbata y hablemos una especie de lenguaje privado con aterciopeladas palabras en clave, pero yo no conozco esa alternativa, porque provengo de una familia californianas de clase media”.
Era necesario todo aquel comportamiento furibundo y grosero probablemente no. Podría haber motivado a ese equipo utilizando otros métodos.
“Steve podría haber realizado sus contribuciones sin aterrorizar tanto a sus empleados. A mí me gusta ser más paciente y no entrar en tantos conflictos. Creo que una buena compañía puede ser como una buena familia” opinaba Wozniak, el cofundador de Apple.
Es importante valorar que la tosquedad y aspereza de Jobs iba acompañada de una gran capacidad para inspirar a los demás. Lograba infundir en los empleados de Apple una irrefrenable pasión por crear productos de vanguardia y la confianza en que podían lograr lo que parecía imposible. Y debemos juzgarlo por sus resultados. Jobs tenía una familia unida, y lo mismo ocurría en Apple. Sus principales miembros tendían a trabajar más tiempo y a ser más leales que los de otras empresas, incluidas aquellas dirigidas por jefes más amables y delicados. Los directivos que estudian a Jobs y deciden emular sur hosquedad sin comprender su capacidad para generar lealtades están cometiendo un grave error.
“He aprendido con el paso de los años que cuando cuentas con gente muy buena no necesitas estar siempre encima de ellos. Si esperas que hagan grandes cosas, puedes conseguir que las hagan. Pregúntaselo a cualquiera de los miembros del equipo que creó el Mac. Todos te dirán que el sufrimiento mereció la pena”. Steve Jobs le explicaba esto a Walter Isaacson.
“En medio de una reunión podía gritar pedazo de imbécil nunca haces nada bien. Aun así, me considero la persona más afortunada del universo por haber trabajado con él” dice Debi Coleman.
FOMENTA Y FACILITA EL CARA A CARA.
“Las ideas no pueden desarrollarse a través de mensajes de correo electrónico. Eso es una locura. La creatividad surge en las reuniones espontáneas, en las discusiones imprevistas. Te encuentras con alguien, le preguntas qué está haciendo, y dices ¡Uau!, y de pronto te encuentras cavilando todo tipo de ideas”.
Los diseños de los edificios deben de facilitar y fomentar los cara a cara. Debes de estarte encontrando con gente continuamente. Jobs detestaba las presentaciones formales, pero le encantaban las reuniones informales cara a cara. A su equipo ejecutivo todas las semanas para discutir ideas sin un orden del día prefijado, y pasaba todas las tardes de los miércoles haciendo lo mismo con su equipo de publicidad y marketing. Las presentaciones de diapositivas quedaron prohibidas.
“Detesto que la gente recurra a las diapositivas en lugar de pensar. La gente que sabe de qué está hablando no necesita PowerPoint. Es mejor discutir los temas sentados a una mesa, en lugar de mostrarme un cuñado de diapositivas”.
VISIÓN CONJUNTA Y GENERAL SIN OLVIDARSE DE LOS DETALLES
Jobs no solo tenía una visión de conjunto, sino que también prestaba una gran atención a los detalles. Era capaz de visualizar la estrategia general a la vez que se fijaba en los aspectos más íntimos del diseño.
COMBINA LAS HUMANIDADES Y LAS CIENCIAS
Jobs vinculó las humanidades con las ciencias, la creatividad con la tecnología, y el arte con la ingeniería. Hubo mejores tecnólogos (Wozniak, Gates), y sin duda mejores diseñadores y artistas. Pero nadie más en nuestra era pudo combinar mejor la poesía y los procesadores, y potenciar con ello la innovación. Y lo hizo con una intuición nata acerca de las estrategias de mercado. En casi todas las presentaciones de productos de la última década, Jobs concluía con una imagen que mostraba una señal de tráfico entre las calles de la tecnología y de las humanidades.
SIGUE HAMBRIENTO, INSENSATO, NO TE PONGAS LÍMITES Y TEN LA MENTE MUY ABIERTA
George fue un hippie, rebelde, un buscador denominaciones espiritual, un pirata telefónico y un aficionado a la electrónica, todo en uno. Jobs mantuvo esa voracidad de insensatez a lo largo de toda su carrera al asegurarse de que las facetas empresariales y de ingeniería de su personalidad siempre estuvieran combinadas con un aire hippy e inconformista de los días en que fue un rebelde de temperamento artístico que consumía ácido y andaba en busca de la iluminación.
Cuando regresó a Apple, Jobs ayudo a redactar los anuncios de la campaña “Piensa diferente”: “Este es un homenaje a los locos. A los inadaptados. A los rebeldes. A los alborotadores. A las fichas redondas en los huecos cuadrados. Aunque algunos los vean como a locos, nosotros vemos su genio. Porque las personas lo bastante locas como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo cambian”.
Si quedaba alguna duda de que, conscientemente o no, si estuviera describiendo así mismo, la despejó con estas últimas líneas. La creatividad de Jobs, su energía y afán de perfeccionismo revolucionaron 7 industrias: la informática, el cine de animación, la música, la telefonía, las tabletas, las tiendas y la edición digital. Su historia, por tanto, es el retrato de una fascinante vida. La de un genio capaz de enfurecer y seducir a partes iguales.
Steve Jobs ha creado numerosos productos de referencia en el mundo de la tecnología como el Macintosh, iPhone, iPod, iPad o iTunes, entre otros.
Francisco Alcaide, en su libro “Aprende de los mejores”, resume las principales ideas de Steve Jobs en las siguientes.
El único modo de hacer un gran trabajo es amar lo que haces. Para que otros disfruten de tu trabajo, tú tienes que trabajar en aquello con lo que disfrutas. Identifica aquello en lo que más gozas, aquello a lo que amas, porque la única manera de hacer un gran trabajo es amando lo que haces.
Tu tiempo es limitado, así que no malgastes tu vida viviendo la vida de otra persona. No dejes que los ruidos de las opiniones ajenas a calle en tu voz interior. Y, lo que es más importante, ten el coraje para hacer lo que te dicen tu corazón y tu intuición. La necesidad de la aprobación de los demás es uno de los grandes males que aquejan a muchas personas. El miedo a no gustar, a no caer bien, a ser señalado. No es fácil sacudirse los convencionalismos sociales y las presiones familiares, pero si resultan y tal si uno quiere ser feliz y construir la vida que desea. Steve Jobs lo refleja de la siguiente manera cada día dice que se mira en el espejo y se pregunta: “¿Si hoy fuese el último día de mi vida querría hacer lo que voy a hacer hoy? si la respuesta es NO durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo. Sí a menudo repites ¡por fin es viernes! o ¡uff, mañana es lunes!, hay algo que no encaja”.
Estoy convencido de que la mitad de lo que separa a los emprendedores exitosos de los que no triunfan es la perseverancia. Tener la capacidad para mantenerse firme en tu rumbo sin perder de vista el objetivo. “Nada en este mundo puede sustituir a la persistencia. El talento no puede. Nada es más común que los fracasados con talento. El genio no puede. Los genios no reconocidos son moneda común. La educación no puede. El mundo está lleno de personas que recibieron la mejor educación. La persistencia y la determinación por si solos son omnipotentes” Calvin Coolidge.
Mi principal tarea en Apple es asegurarme de que los 100 trabajadores principales son excelentes. Contratar a gente que siente pasión por la excelencia. Todo lo demás saldrá por sí solo. Eres tan bueno como la gente de la que te rodeas. Por eso, la selección es el punto de partida de las empresas que triunfan. Si se hace bien, todo lo demás es más fácil. En materia de selección no debe descuidarse tiempo ni esfuerzos. Seleccionar mal tiene consecuencias muy negativas para las organizaciones, tanto en términos financieros como de imagen. “Cuándo cuentas con gente muy buena, no necesitas estar siempre encima de ellos. Si esperas que hagan grandes cosas, puedes conseguir que hagan grandes cosas. El equipo original del Mac me enseñó que los jugadores de Primera División de gusta trabajar juntos, y que no les gusta que toleres un trabajo de segunda”.
Cuando te dedicas intensamente a algo durante un tiempo, tienes que dejar otras vidas que podrías estar viviendo. No se pueden tocar todas las teclas del piano al mismo tiempo. Las personas de alto rendimiento lo saben y no se dispersan. No se fijan en lo que pierden el descartar una alternativa, sino lo que ganan con la opción elegida. Esto exige mucha madurez y carácter para no perder el foco. La excelencia exige foco. Es una cuestión de sentido común. Si trabajas 10 horas al día y la energía de esas 10 horas está al servicio de un proyecto grande. No es lo mismo que si la distribuyes en 5 horas, 3 horas y 2 horas tocando diferentes palos. Quién se dedica a tiempo completo a algo les gana al resto, porque ha dado más pedaladas.
La creatividad simplemente consiste en conectar cosas. Hay una idea equivocada de la creatividad como algo innato, como un privilegio de unos pocos dotados con ese don por la diosa naturaleza. Nada más lejos de la realidad. La creatividad es simplemente el resultado de la asociación de ideas el cerebro produce con los datos y la información que tiene. Por tanto, nuestra creatividad será mejor y mayor cuantos más inputs le suministramos, ya que las posibles combinaciones serán mayores, y cuanto más variados sean estos inputs, ya que las combinaciones serán más originales. Es decir, la capacidad de creación está asociada a la unión de informaciones distintas, a la habilidad para relacionar conceptos, al roce de disciplinas diferentes y la frescura para ensamblar cosas que den como resultado una novedad práctica. La curiosidad y la diversidad son la materia prima de la que se nutre la creatividad.
Si tú lo deseas, puedes volar, solo tienes que confiar mucho en ti. No existe nada que no esté al alcance del hombre. El universo es un campo de infinitas posibilidades. Todo lo que se ha creado desde un avión, un móvil, internet, la radio, la televisión, etcétera es porque alguien lo deseo intensamente y se puso a trabajar infatigablemente hasta haberlo hecho realidad. No hay límites a la creación. Es una cuestión de desearlo, creer que es posible y no desistir hasta conseguirlo.
Hay mucho trabajo entre una buena idea y un buen producto. Una idea es simplemente eso, una idea, un acto de la imaginación. Un producto es la materialización tangible de esa idea. Un buen producto es lo que cautiva a los clientes y lo que te hace triunfar de verdad. Y entre nacimiento de una idea y el éxito de un producto, hay un trabajo insufrible, aunque a la vista de muchos no sea tal. Tener buenas ideas es solo el principio de un largo proceso. Hay mucha gente que tiene buenas ideas, pero no tiene el compromiso, la disciplina y la paciencia para convertirlas en buenos productos, y mucho menos en productos exitosos.
Todo tiene una explicación de lo que hoy eres, y tú eres el causante. Si miras hacia atrás, encontrarás como esos hilos se van hilvanando. Cuando piensas que tu vida no depende de ti y te abandonas. Cuando piensas que hagas lo que hagas, los resultados no obedecen a tu trabajo si no a causas externas. En ese momento te estás resignando y en tu vida todo cambia y cambiará para mal. Justo todo lo contrario que ocurre con la gente de alto rendimiento, que han decidido asumir la responsabilidad de su vida, así como de las consecuencias de sus decisiones y acciones. Estamos creando nuestro futuro a cada momento con lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos, y las 4 variables están interconectadas.
No puedes conectar los puntos hacia delante, solo puedes hacerlo hacia atrás. Así que tienes que confiar en que los puntos se conectarán alguna vez en el futuro. Nadie puede anticipar las consecuencias de nuestras acciones. No es posible traer el futuro al momento presente. Por ello hay que actuar y tener fe. A la hora de tomar determinadas decisiones en las que uno se ve algo perdido y no sabe qué hacer, es bueno aprender a escucharse y descifrar las señales que nos indican que camino tomar. Tienes que confiar en algo, tu instinto, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Esta forma de actuar nunca me ha dejado tirado, y ha marcado la diferencia en mi vida. Las personas de éxito suelen ser, por lo general, personas intuitivas. Escuchan su voz interior y le hacen caso. Saben que deben seguir por un camino, aunque no sepa muy bien por qué. Tienen ese pálpito, y aunque las cosas no estén funcionando como les gustaría, no se desesperan y siguen confiando en esa voz interior que le señala por donde avanzar.